La noche era nocturna
La calle humeda y mal iluminada
El teléfono llamaba estúpidamente,
insistentemente...
No pensaba contestar
prefería seguir espiando
por la persiana rota...
Los golpes en la pared
me recordaban que la vecina
siempre sabe cuando estoy en casa,
Tal vez ella debería
contestar la llamada...
El reloj corría como gallina ranga,
Mi ropa era de lo único que no me
sentía acalambrado,
El cigarrillo dejaba escapar
un tímido hilillo de humo
justo antes de extinguirse entre mis dedos,
Los callos llagados
impedían que lo notara,
como siempre...
Je...
Observando la calle
con la paciencia de un cadáver
sentía como la tristeza
se mudaba lentamente
a mis ojos...
No podía siquiera
verme al espejo,
Con el alma escondida
bajo la cama,
No quería saber más
de las mujeres,
No de las que ya conocía
al menos....
Je...
Por fin llega el cherro
retroxidado que transporta
mi dolor...
La última gran conquistadora
de mi alma seca,
Se hace acompañar por ese
apuesto y fracasado
corredor de bolsa,
Mi revolver,
más inteligente y capáz que ellos dos,
Asoma su ojo letal
por la ventana...
La distancia entre
el auto y la puerta de la casa
no es suficiente para ponerlos
a salvo...
Pum... Pum.
Adiós tristeza.
Hola Botella de Licor.
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